HISTORIAS COTIDIANAS
Tiene, las manos con el color verde grabado.
Tiene, el aroma de la yerba en la piel inserto.
Tiene, como todos el destino incierto ,
inmerso entre los vales y el fiado.
El raído es la cruz, pero también la vida ,
el que la pesa es quien decide
cuanto durará la pena o la alegría
cuanto habrá de felicidad o de pecado.
Su mujer y sus hijos siempre saben
las noches que regresa “más cansado ”
por sus ojos perdidos y el aliento ajado
a raíz de la bebida fuerte ,que como viento norte
satura la casa , de un pesado ambiente.
Saben cuando vuelve “ medio alegre ”
porque sus bolsillos pierden chicles y caramelos ,
por el paquete de grasa ,la bolsa de fideos ,
por la botella de caña abierta y empezada
la damajuana de jugos ,el arroz quebrado ,la harina de maíz
la mortadela ,un C.D de chamamé
seis cajitas de vino tinto ,cinco kilos de harina cuatro ceros
y porque al otro día seguro ,comerán asado.
(la niña mayor ,que asoma a la vida
busca entre las cosas adquiridas
el prometido celular
que esta quincena tampoco vino
como otras cosas ,que se han vuelto heridas. )
Un día ,se cayó del camión
y estuvo tres meses internado
.Ahora va al yerbal con muletas .-
“Rinde menos que antes ” , sostiene el capataz,
que ya piensa en la forma , para echarlo .
Por las mañanas , en el “Doscientas viviendas ”,
cuando se escucha el ruido del camión
que lleva a hombres y mujeres a la tarefa
su sapucay es el de siempre
mientras que a la noche el regreso a la casa
tampoco para nada ha variado.
MARIO ZAJACZKOWSKI